Efecto Pigmalión



El “efecto Pigmalión” debe su nombre al mito griego de Pigmalión, un escultor que se enamoró de una estatua que había tallado, y, al final, ésta acabó cobrando vida.

En el ámbito educativo (el que nos concierne) Rosenthal y Jacobson estudian el efecto Pigmalión desde la perspectiva de la teoría de la profecía autorrealizada. Esta teoría la entendemos como uno de los factores que influyen en la motivación de los alumnos en el aula. Los profesores formulan expectativas acerca del comportamiento en clase de diferentes alumnos y los van a tratar de forma distinta de acuerdo con dichas expectativas, ya sean buenas o malas. Es posible que a los alumnos que ellos consideran más capacitados les den más y mayores estímulos, más tiempo para sus respuestas, etc. Estos alumnos, al ser tratados de un modo distinto, responden de manera diferente, confirmando así las expectativas de los profesores y proporcionando las respuestas acertadas con más frecuencia. Si esto se hace de una forma continuada a lo largo de varios meses, conseguirán mejores resultados escolares y mejores calificaciones en los exámenes, por lo tanto un posible mejor futuro en cuanto a oportunidades que se les pueda brindar. Eso es un hecho. 

Aunque cuidado porque también puede suceder a la inversa. Sin darse cuenta, los maestros pueden dar menos estímulos, resolver menos dudas o facilitar menos  ayudas cuando las necesitan, debido a sus bajas expectativas sobre cierto alumno/a. Esto va a causar una visión de rechazo, de baja autoestima y de infravaloración por parte del alumno porque percibe que no obtiene toda la atención que necesita y no es considerado tan “buen alumno”, académicamente hablando.
Como se menciona en el artículo, no sólo se produce este efecto en las aulas sino que puede ir mucho más allá como en las empresas con el jefe y sus trabajadores, en el deporte profesional por los entrenadores o incluso en una relación de pareja.

¿Vosotros creéis en este efecto?

Yo no sólo es que sí crea en él, es que además puedo afirmar su existencia porque directamente lo he vivido. En mi caso, ha sido como jugadora de tenis. Casualmente, cuantas más altas expectativas tenían de mí el entrenador y mi familia era cuando más y mejor rendía, ganando cada partido que jugaba al competir con mi club. En mi caso, como la valoración es positiva, se consiguen buenos resultados pero no siempre puede suceder así , también hay que saber empatizar con el otro lugar y tratar de evitarlo. Es necesaria una equidad o por lo menos, optar por mostrar buenas expectativas (sobre todo quizá cuando a esa persona le haga más falta) o intentar omitirlas.

Cuando estas expectativas, ya sean altas o bajas, proceden de un individuo hacia sí mismo el fenómeno se conoce como efecto Galatea. Así, el proceso clave que subyace tanto al efecto Pigmalión como al efecto Galatea es el poder de las expectativas y cómo estas influyen en las conductas y rendimientos, tanto de los demás como de nosotros mismos. Por lo que si tenemos en cuenta estos efectos, nuestras creencias son más importantes de lo que pensamos y a lo mejor, deparen en un futuro cosas diferentes  en nuestra vida, más o menos importantes pero significativas.
El cerebro es muy sabio y nota cuando se confía en él, en las actitudes y aptitudes de una persona e intenta hacerlo lo mejor posible para no defraudar. Sin embargo, también se puede transmitir algún tipo de presión por querer “cumplir” con sus expectativas y puede causar un sentimiento de rechazo y de agobio. 

Que todo fluya y que nada influya.

-Entrada realizada por NOELIA CARBAJO ANCILLO-

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